Aditivos, ¿amigos o enemigos?



¡Hola a tod@s!

Bienvenidos un día más a Ciencia y Alimentación.

Hoy os traigo un tema que tiene bastante controversia, y es que los aditivos siempre han sido fuente de debate. 
¿Vamos a ello?

Los aditivos son substancias que se añaden de manera intencionada a alimentos y bebidas. No tienen ningún valor nutricional, su único propósito es mejorar la conservación o la adaptación al uso al cual son destinados. 
Estos añadidos son de obligada declaración y deben marcarse en el etiquetage con una E y un seguido de números, por ejemplo el E-300, que es el ácido ascórbico popularmente conocido como la vitamina C. 

Es muy importante recalcar, subrayar, ponerlo en negrita o de mil colores que todos los aditivos antes de poderse poner en algún alimento pasan una serie de controles de seguridad.
La Unión Europea es la encargada de evaluar estos nuevos aditivos (o de reevaluarlos) mediante la Autoridad Europa de Seguridad Alimentaria
Esto quiere decir que su uso está totalmente controlado por la legislación, la cual establece unos umbrales máximos muy por debajo de cualquier efecto adverso a la salud, que también podrán variar según el alimento del cual se trate.
La lista de aditivos autorizados es revisada y actualizada constantemente, adaptando su IDA (Ingesta Diaria Admisible) a las nuevas revisiones científicas. 

La letra E garantiza que el aditivo está perfectamente aprobado para su uso en la Unión Europea. Sin embargo, muchas campañas antiaditivos impulsadas por empresas alimentarias han provocado que el consumidor sienta pavor con solo leer la E.
Hay alimentos que contienen aditivos, como las conservas, y no por el alimento es malo o tiene un mal perfil nutricional, si se emplean es porque son necesarios para conservar las propiedades del alimento. 

Existen diferentes tipos de aditivos, como los acidulantes, colorantes, emulgentes, potenciadores de sabor, conservantes... Algunos sirven para modificar las propiedades sensoriales de un producto, es decir, su color, textura... Aquí se puede abrir el debate de si es necesario o no, aunque es algo que se hace para incrementar el grado de aceptabilidad por parte del consumidor.
Otros sirven para hacerlos seguros, siempre bajo tres premisas fundamentales que establece la autoridad europea: que no tengan problemas de seguridad en base a la evidencia científica, que haya una necesidad tecnológica real y que el uso del aditivo no induzca a error en el consumidor.

Hablemos de algunos aditivos más controversiales:
TARTRAZINA 
Es un colorante azoico obtenidos de derivados del petróleo. La controversia llegó cuando se relacionó con la hiperactividad infantil, aunque la EFSA (European Food Safety Aliments) señala que esos informes tienen poca consistencia. 
Sin embargo, el Parlamento Europeo solicitó que se incluyera una advertencia en los productos que contienen tartrazina, en contra del criterio de la EFSA, que aseguraba no tener pruebas suficientes

GLUTAMATO MONOSÓDICO
Es un potenciador del sabor muy habitual en productos ultraprocesados, aunque también se encuentran muchas veces en de forma natural en alimentos como quesos curados, tomate y algunas carnes.
Durante un tiempo, se lo relacionó una serie de síntomas que iban desde el dolor de cabeza a la urticaria, calambres y palpitaciones, pese a que de nuevo, la evidencia científica no lo reconoce. Precisamente por su controversia, el glutamato monosódico ha sido reevaluado en numerosas ocasiones. A día de hoy sigue siendo uno de los aditivos con mayor controversia. 

NITRATOS Y NITRITOS
Son conservantes porque inhiben el crecimiento de una bacteria muy peligrosa, que es la causante del botulismo. Fijan también el color, siendo los responsables de esa tonalidad roja intensa de algunas carnes y embutidos.
Los podemos encontrar de forma natural en vegetales como la remolacha, y su consumo elevado puede producir nitrosaminas, que son cancerígenas. Sin embargo no debería preocuparnos, porque en la UE se establecen límites máximos y, si se superan, el alimento no puede comercializarse.

EDULCORANTES
Durante años ha circulado el bulo donde aseguraba que la sacarina era cancerígena, tras realizar un estudio con ratones donde se relacionaba con una mayor incidencia de cáncer de vejiga. Tiempo después se demostró que la investigación tenia fallos metodológicos. Los edulcorantes, han sido evaluados y reevaluados por la autoridad europea y son seguros. Sin embargo, el aspartamo sigue siendo uno de los mayores cuestionados a día de hoy.



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